Nunca debió irse de Perú, Gareca revela el infierno que vive en Chile

"Les aclaro: yo vivo en Chile. No es que vengo una semana antes de la convocatoria. Para quien no lo sabe: vivo en Chile. Me localizan en Chile y voy todos los días a Pinto Durán. Llevo casi un año y todavía no me otorgan la residencia. No me fui terminada la última fecha. Me quedé toda la semana. Fui el día de la Madre. Al estadio no estoy yendo. La gente no está bien. Mi presencia puede irritar a la gente. Yo también sufro, quiero estar con mi familia. Y durante la semana, el cumpleaños de uno de mis hijos. Consulté. Voy a tratar de quedarme para dejarlos más tranquilos"; fue la más reciente declaración de Ricardo Gareca en conferencia de prensa ante los medios deportivos chilenos en señal de que hoy en día vive un infierno en el país sureño, algo que jamás hubiese pasado si es que quedaba al mando de la Selección Peruana.

Ricardo Gareca, el extécnico de la Selección Peruana, ha confesado vivir un calvario en Chile. En una reciente conferencia de prensa, el 'Tigre' reveló que la presión y el hostigamiento que sufre en tierras trasandinas lo han llevado a tomar medidas extremas para proteger su integridad.

"No voy al estadio para no exponerme; la gente no está bien, mi presencia puede irritar", afirmó Gareca. Un contraste abismal con el cariño que recibió en Perú, donde lo consideran un héroe nacional por clasificar al Mundial Rusia 2018.

En Chile, la situación es distinta. Los malos resultados de la selección y las expectativas no cumplidas han generado un ambiente hostil hacia Gareca. Las críticas constantes y la presión de los medios y los hinchas han afectado su bienestar.

Esto no pasaba con Ricardo Gareca en el Perú

Esta situación ha generado una gran empatía en Perú, donde muchos recuerdan con nostalgia la etapa de Gareca al frente de la selección. Sus declaraciones han reavivado el debate sobre la importancia de valorar a los entrenadores y las consecuencias de la presión desmedida.

Es evidente que Gareca no se siente cómodo en Chile y que anhela los días en los que era ovacionado en Perú. Su testimonio es un recordatorio de que el fútbol, más allá de los resultados, es un juego que debe disfrutarse y que los entrenadores también son personas que merecen respeto.